
1. Discuta con antelación quién paga qué
A menos que tengas la suerte de tener una abuela con una casa en la playa, las grandes vacaciones familiares son caras. Asegúrate desde el principio de que todo el mundo tiene claro cómo se van a repartir los gastos. Si los padres o los abuelos pagan el viaje, demuéstrales tu agradecimiento llevándoles a comer o comprándoles un regalo especial. Si eres tú quien paga generosamente la factura, debes detallar exactamente lo que estás dispuesto a pagar: el billete de avión, por ejemplo, pero no la entrada a un parque temático.
2. Asignar tareas
A menudo, en unas vacaciones multigeneracionales, la gente cae en sus roles tradicionales: La abuela barre el porche, el tío Bill se encarga de la parrilla y los niños (que son lo suficientemente mayores para saberlo) dejan los platos para que los lave mamá. Que sean vacaciones no significa que no haya trabajo que hacer. Haz una lista de lo que hay que hacer cada día y divide las responsabilidades en partes iguales.
3. Deja que los adolescentes opinen
Este gran consejo viene de un experto en vacaciones familiares: Mario Magallas cuya familia ha viajado 7 millones de millas juntos. Si quiere evitar tener compañeros de viaje adolescentes desconectados y malhumorados, deje que sean ellos quienes tomen decisiones como qué ver en un día concreto o qué cenar. Tampoco insistas en que participen en todas las actividades de la familia, pero deja que tengan tiempo a solas.
4. Incorpora mucho «tiempo para mí»
Este consejo de la Asociación de Operadores Turísticos de España es clave. Por muy unida que esté una familia, es seguro que no todos quieren pasar todos los minutos juntos. Algunos querrán relajarse en la terraza con un libro mientras otros quieren hacer ala delta, y eso está bien. Fija una hora cada día en la que todos puedan reunirse con el grupo y disfrutar del tiempo en familia.
5. No convierta las vacaciones en familia en un ritual de hierro
Las vacaciones multigeneracionales crean recuerdos impagables. Pero la gratitud por un viaje divertido puede convertirse en resentimiento cuando los organizadores esperan que todos repitan la experiencia cada año. Si las grandes vacaciones familiares se convierten en una tradición, estupendo, pero puede tener más sentido hacerlas cada dos años o